“El coste de sustituir un artículo defectuoso en la línea de producción es bastante fácil de estimar, pero el coste de un artículo defectuoso que llega a un cliente desafía todas las medidas”. Esta frase de William Edwards Deming, extraída de su libro Out of the crisis, es un excelente punto de partida para entender la importancia de la repetibilidad.
Se entiende por ‘repetibilidad’ la concordancia entre resultados de mediciones sucesivas de una misma cosa realizadas bajo las mismas condiciones de medición y en un periodo corto de tiempo. Cuando las diferentes mediciones de una misma pieza no arrojan un resultado idéntico, hablamos de ‘variabilidad’.
Confiabilidad test-retest
Aplicado a procesos de producción industriales, esta variabilidad se determina por un criterio que marca la empresa. Todo lo que exceda ese criterio no es aceptable y, en consecuencia, no se puede ‘confiar’ en que se dé la repetibilidad necesaria.
Por eso se la conoce también como ‘confiabilidad test-retest’. Se trata, en definitiva, de contar con herramientas que hagan posible esa circunstancia. De poco sirve producir piezas de una calidad técnica superior si no podemos garantizar que esa misma calidad se va a repetir – sin más variaciones que las previamente aceptadas – en la suma total de la producción.
La calidad es estabilidad: el control del proceso y sus variables es (son) un ahorro de tiempo y de costes en el futuro.
¿Puede un error milimétrico en líneas de fabricación poner en peligro vidas humanas?
A diferencia de lo que podría creerse, la ‘no repetibilidad’ no es un pequeño error fácilmente asumible. En un contexto de márgenes estrechos y volúmenes masivos de fabricación, un exceso de variabilidad podría echar al traste todo un proyecto. No se trata únicamente de que una pieza ‘no encaje’: un error de micras puede producir desajustes, vibraciones, fricciones, un sobrecalentamiento o incluso poner en peligro la seguridad de las personas.
Pensemos, por ejemplo, en la fabricación de automóviles en serie, donde un error minúsculo, inapreciable a la vista, puede dar lugar a las siempre temidas ‘llamadas a revisión’, con el consiguiente perjuicio para la marca.
La cita con la que abríamos este artículo nos invita a considerar las consecuencias de ignorar la importancia de la máxima precisión. Como insinuaba William Edwards, un error que llega al cliente puede volver de la peor manera posible: en forma de crisis. Y las crisis, como es sabido, empiezan (se evitan) por una buena prevención.
Podríamos añadir un ejemplo más de la importancia de la repetibilidad que nos lleva, de lleno, al almacenaje. ¿De qué manera la calidad puede contribuir a acelerar la producción?.
Una buena medición ofrece mayor fluidez a los distintos procesos, porque garantiza que cada pieza cumple milimétricamente su cometido. Y esa exactitud permite continuar con la fabricación con mayor agilidad, eficiencia y, por lo tanto, menor almacenaje.
Sobre la solución
La ‘regla del 10%’
Además de voluntad de mejora – que se presupone en cualquier fabricante – y un equipo de profesionales bien preparados, se requiere el uso de herramientas óptimas.
Bien, ¿y qué quiere decir una ‘herramienta óptima’? En metrología, se habla de la llamada ‘regla del 10%’ de Schmid, según la cual un instrumento calibrador debe ser 10 veces más exacto que las tolerancias de la pieza que se mide’. En términos coloquiales, podríamos resumir esta regla de la siguiente forma: si queremos medir con exactitud una pieza, necesitamos que nuestras máquinas sean mucho más precisas que el error que estamos dispuestos a asumir. Si nuestra variabilidad tolerable es de 1 mm, nuestro equipo debe ser capaz de detectar un error de 0,1 mm.
Apostar por herramientas de calidad, en cuanto a medición se refiere, es una inversión que generará un ahorro a corto plazo.
Un ejemplo real: máxima precisión… en un tiempo récord
A menudo, la decisión sobre una herramienta determinada se produce en un contexto de estrés, lo que dificulta aún más la toma de decisiones. Un ejemplo claro es el siguiente. En el pico de la pandemia de coronavirus, la empresa irlandesa Verus Metrology Partners – especializada en soluciones de metrología – recibió el encargo de aumentar la producción de un proceso metrológico clave para el volumen de fabricación de los componentes que integraban los kits de test COVID-19. Era un momento muy delicado, con una fuerte presión social y económica, y había que decidir rápido y bien.
Su jefe de operaciones, Michael Nugent, se planteó un problema que era todo un reto: no sólo había que recortar el tiempo de producción para eliminar cuellos de botella. “Además de desarrollar nuestra solución en un plazo muy corto, debíamos aportar repetibilidad y medir con precisión las dimensiones de los principales componentes con la máxima velocidad posible”.
La decisión fue integrar un sistema de calibre EquatorTM 300 con una estación de transporte multi-fijación a medida.
¿Resultado? Con ella, Verus Metrology Partners redujo espectacularmente los tiempos de liberación de lote de los componentes de los kits de test COVID-19 de su cliente. De esta forma, el operario podía dedicar más tiempo a producir piezas y empleaba menos tiempo en inspeccionarlas, por lo que aumentaba su productividad y maximizaba la amortización de la inversión”.
Repetibilidad… ¡y liderazgo!
Como ocurre en tantas situaciones de la vida, también la metrología requiere de un intangible como el liderazgo. Una buena tecnología debe implantarse con método, con objetivos claros y con espíritu de equipo – además del asesoramiento profesional que se requiere en cada caso –.
Repetibilidad es calidad, estabilidad y ahorro. Para finalizar con el mismo autor con que empezábamos, vale la pena tener en cuenta esta reflexión de William Edwards: “Piénsese en el caos que surgiría si cada uno lo hiciese lo mejor posible, pero sin saber qué tiene que hacer (…).
No hay nada que pueda sustituir al trabajo en equipo y a los buenos líderes de equipos para que el esfuerzo sea coherente, al igual que el conocimiento. “Repetibilidad es calidad, estabilidad y ahorro. Para finalizar con el mismo autor con que empezábamos, vale la pena tener en cuenta esta reflexión de William Edwards: “Piénsese en el caos que surgiría si cada uno lo hiciese lo mejor posible, pero sin saber qué tiene que hacer (…).
No hay nada que pueda sustituir al trabajo en equipo y a los buenos líderes de equipos para que el esfuerzo sea coherente, al igual que el conocimiento.”
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